jueves, 20 de agosto de 2009
Un texto del poeta Miguel de la Cruz
Desde las primeras horas
llama, golpea, desde los
primeros cruces de luz fría
crece, retoma un viejo horror,
el de la noche, niños que duermen
de pronto empalidecen, negra y
embadurnadora y llena de palpitaciones
llena de pronto la canción bajo
la ducha, el vapor fragante, el agua
que chirlea en el orificio del
resumidero. Silencio, el silencio
de los velorios, el murmullo que
se desliza, bajo, el moscardón que
irrumpe de la mantilla de una comadre
llorona. He callado mi canción, me
enfrío, me seco. El día no ha empezado,
el primer sorbo de hierba o humo
no ha sido probado
y la muerte, como mujer lejana,
interroga. Por qué no se despiden
de sus casas, buenos vecinos, pueden
encontrarme al salir a la calle y una
vez que los ojos se vuelven hacia adentro
no miran otra inmensidad que la noche.
Y la última diosa que nos queda
se oculta
Miguel de la Cruz
http://delacruzmiguel.blogspot.com/
Fotografía: Raúl Genovesio 2009
Uru:
Mi amor quiere ser tocado por el tuyo ahora mismo.
Ser uno entre los dos, una compañía sin nudos,
la fuerza que no forcejea con nada ni con nadie,
nos dos,
seres de inocencia viajando por una ruta llena de extensión,
de día y de noche.
Jaro
22de febrero de 2010
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