LLUVIA SIN SOL
del cementerio de
Highgate,
en Londres
donde descansan los
restos de Carlos Marx
y de George Eliot y
su falso nombre.
Llueve capiosamente
sobre la ancha plaza de Tiananmén,
y sobre la plaza de Tlatelolco
y sobre la puerta de
Brandenburgo, también.
Por encima del
campanario de Baden Baden
la lluvia cae
y el agua moja a los
perros del cementerio de los traidores de
Estambul
y empapa a Bárbara en
Brest, una y otra vez
mientras ella corre
cruzando la calle para verlo
como corríamos
aquella noche por una ciudad descolorida
cuidando el vino
cuidando nuestro amor
bajo la lluvia.
Cae nieve sobre Nueva
York
mientras Hassan pinta
una fila de desconocidos de abrigos negros
bajo sus negros
paraguas,
diez años después
que Caillebotte
pintara el Boulevard Haussmann
bajo la nieve, en
París
o los círculos que
dejan las pesadas gotas de lluvia sobre el río Yerres
frente a su casa,
donde una barca aún reposa, mojada.
Ayer estaba lloviendo
sobre sus tumbas,
Mientras entonces llovías
de sudor sobre mi espalda de fuego una tarde de amor.
La nieve cae sobre el
pantano de Allen sobre el final de Dublineses;
el año pasado con sus
imágenes de autos
que flotaban en filas
a la deriva sobre las avenidas
que llenaron los
noticieros del sur.
Sigue lloviendo como
hace siglos, sobre las ruinas del Partenón,
y sobre las etruscas
y la tumba de
Rembrandt en Westerkerk.
o lavando el corazón
de los poetas desterrados.
Llueve sobre los
tejados de Lisboa
sobre nuestros
sombreros,
sobre el sombrero de
mi abuelo que se colgó de una soga
sobre el sombrero de
Pessoa que miraba llover desde lo alto
la lluvia que apaga
las voces, que apagan el mundo,
la mágica lluvia que
nos hace callar y correr por tantas calles
y escondernos para
resguardarnos del pesado mundo
la dulce lluvia
la dulce lluvia
la lluvia sin sol.
Tilo
27 de setiembre 2016